Entre el chiste y la genuina inquietud, la vasectomía como práctica quirúrgica de anticoncepción está empezando a aparecer cada vez más en las conversaciones de los adultos y adultas jóvenes. De a poquito se va colando en las charlas, y empieza a ser una opción que piensan con mayor seriedad los varones que deciden no tener hijos (o no tener más). Y también la empiezan a pensar las mujeres, que, también entre el chiste y lo real, consideran “exigirla”.

Tema casi tabú hasta hace algunos años, la cuarta ola feminista, la que vivimos ahora nosotros y nosotras, ha logrado traer nuevamente el foco de atención hacia este método de prevención de embarazos. La novedad: los que ponen el cuerpo son ellos, los varones.

Los especialistas en género y diversidad sexual se cansan de explicar que las diferencias entre mujeres y varones están tan arraigadas culturalmente que nos cuesta establecer cuáles son las reales diferencias, esas que llamaríamos “naturales”. Pero a la hora de prevenir embarazos no hay dudas de que uno de los mandatos más instalados por el patriarcado es que somos nosotras las que nos tenemos que encargar de poner el cuerpo. Sí, también para eso.

“Lo que pasa es que a ellos les da fiaca, no tienen tiempo. Una va, y listo”, decía hace unos días una mujer que explicaba por qué su marido no se hacía una vasectomía. La naturalización es tal que pensamos que es una cuestión de disponibilidad.

“La gente piensa que podes perder la función sexual o la eyaculación, pero eso es totalmente falso, son creencias populares del machismo”, sostiene el médico urólogo Leandro Cruz, el único que realiza vasectomías en Concordia.

Para Cruz, la vasectomía como método definitivo es más controlable y seguro que la ligadura de trompas, porque por medio de un espermograma “se puede comprobar la anulación de presencia de espermatozoides en la eyaculación”, explica.

Desde el 2006, por ley en Argentina la vasectomía es libre y gratuita para todo aquel que la solicite, y se practica tanto en hospitales públicos como en centros privados. Las obras sociales la tienen incluida en su Plan Médico Obligatorio (PMO), lo que significa que es de cobertura obligatoria y sin costos adicionales.

A pesar de esto, es una práctica que todavía no logra instalarse.

Según datos oficiales del Ministerio de Salud de Entre Ríos, durante el trienio 2015-2017 se practicaron en establecimientos públicos de la provincia alrededor de 500 ligaduras de trompa por año, un total de aproximadamente 1500 en los tres años. En contraste con estas cifras, en el 2015 se realizó solo 1 vasectomía, ninguna en el 2016 y 3 en el 2017.

Aunque estos datos son solo los informados por los efectores de salud, son suficientes para comparar: 1500 ligaduras de trompas y apenas 4 vasectomías.

En el sector privado los números aumentan un poco. Según Cruz, en Concordia en los últimos dos años realizó una vasectomía cada dos meses, un total de 6 por año en contraste a 1 por año que realizaba en años anteriores.

Este leve avance puede atribuirse a las políticas públicas que desde algunos estamentos oficiales se empezaron a aplicar desde 2015, como los registros y mediciones que lleva adelante el Ministerio de Salud. Según esos datos, en todos los departamentos de la provincia de Entre Ríos (excepto Feliciano y Paranacito) hay hospitales públicos con recurso humano médico capacitado para realizar vasectomías.

Con este panorama, es evidente que la vasectomía no logra imponerse principalmente por dos factores: ausencia de campañas más agresivas de educación sexual integral y un machismo instalado que se sostiene a base de mitos.

Pero los cambios pueden empezar a vislumbrarse, las nuevas masculinidades sin dudas se están construyendo al calor del reclamo por la ESI en las escuelas y los varones en deconstrucción, esos que son padres y crían a sus hijos e hijas con ejemplos de respeto, igualdad, y equidad y esos que, al decidir no querer serlo, se hacen cargo y ponen su propio cuerpo.