En diálogo con Diario Río Uruguay, el ingeniero detalló que es necesario saber que el pescado “esté en conservación y con el hielo correspondiente. Que las temperaturas sean las más frías posibles para que puedan mantenerse en condiciones”.
En cuanto a los vendedores ambulantes que recorren la ciudad llevando el fruto extraído del río, Arguello explicó que los controles con ellos “se complican un poco y por ahí hacemos las actuaciones porque en cierta forma no nos garantizan que sean suficientemente frescos, y vemos que no tienen las mínimas condiciones de conservación de frío, y más aún cuando es la hora del mediodía y andan con sus palancas ofreciendo”.
En cuanto a las recomendaciones al momento de la compra, se sugirió que los pescados “tengan los ojos hundidos y el color de las branquias sea el rosado, sino es sinónimo de descomposición” y ampliaron que la textura y el olor también son indicadores a tener en cuenta. “Aparte del color brilloso, la escama tiene que estar firme y adherida”, dijo Arguello, ampliando que las pescaderías deben tener el certificado de Inspección Veterinaria municipal, “con certificados que aprueban o no su comercialización”.
“Los supermercados traen pescado de mar y lo colocan en freezers, pero ese frío también debe tener la característica de un frigorífico. Está claro que el “boom” del consumo es en estos días y quizás en otra época no”, consideró el titular de Bromatología, añadiendo que este fruto mar por lo general es traído desde Mar del Plata, “es decir que vienen condicionados”, dijo.
Sobre el final, Arguello apuntó que el pescado debe descongelarse en las heladeras o en agua y después ser consumido, no pudiendo volver a congelarse. “El pescado es la carne más peligrosa, más que la bobina o la vacuna, por eso el cuidado que hay que tener con estos productos” explicó.