Desde la culminación y puesta en funcionamiento de la represa de Salto Grande, alimentado más por mitología que por fundamento científico se dio crédito al rumor sobre la “culpabilidad” de la obra por las inundaciones del río Uruguay.

Con ese disparador como consulta, este medio consultó al respecto al ingeniero Manuel Irigoyen, quien detalló que “Salto Grande llenó su embalse en el año 1978 y la primera creciente  importante llegó en 1983, una inundación que fue la más grande ocurrida en el alto Uruguay, superando a esta que esta viniendo”. En ese contexto subrayó que “el desembalse de agua como el que estamos haciendo  ahora, le genero a Concordia una atenuación de dos metros, porque llegó a unos 15,40 metros, cuando tendría que haber sido de 17,40 metros”. Evitando un panorama muy similar a la trágica creciente del año 1959, cuando 13 personas perdieron la vida y el río “llegó a una marca cercana a los 18 metros en la ciudad de Concordia”.

Irigoyen reconoció que “en algunas crecientes, como la de estos días, tenemos más tiempo y trabajamos con los niveles mínimos adelantados. Pero en otros casos, cuando llueve más cerca, tenemos meno tiempo para proceder al descenso del embalse”.

Aclarando por último que el manual del embalse es muy claro de cómo proceder hasta situaciones de inundación: “nuestro manual de embalse, que este aprobado por las autoridades energéticas de los dos países, dice que en situación de creciente la prioridad pasa a ser la operación de la inundación y la energía  queda supeditada a esa operación. Por lo que esperamos que con algunos años más podamos derrocar ese mito” de la represa que magnifica las consecuencias del río, dijo Irigoyen.