
De aquella primera etapa algunas cosas perduran y otras fueron transformándose.
Entre las que subsisten, está la calidad humana y profesional de los redactores que dan contenido a este medio, tanto a los de ahora como a los que lo fueron. Grupo este último, con quienes el paso del tiempo reforzó un sentimiento de pertenencia que nos llena de orgullo.
Entre lo que persiste, también está el vanagloriarnos de que nunca tenemos que desmentirnos. Porque las interpretaciones son libres, pero los hechos son sagrados y se cuentan tal cual ocurrieron, y si bien debemos reconocer que nunca fuimos infalibles, podemos ostentar que cada una de las cartas documentos recibidas por este medio fue respondida con la ratificación de lo publicado.
Pero también, como decía Neruda en su poema más conocido, “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos” y esa es una revelación aplicable a cualquier cosa que cumpla 12 años.
Por eso, paulatinamente fuimos despidiéndonos de muchos de los paradigmas aprendidos en las aulas de Comunicación Social. Todo por culpa de este soporte digital que se reinventa casi a diario, con contenidos, aplicaciones y una interacción tan apasionante como impredecible.
Hoy por hoy, una noticia publicada en cualquier medio es replicada en la informalidad de las redes sociales y a partir de allí -muchas veces- el autor corre riesgo de perder todo dominio sobre el sentido de lo expresado. No por las críticas a la que naturalmente debe estar expuesta la profesión, sino porque esa intervención ilimitada de “escritores” puede derivar en que el punto final del periodista pase peligrosamente obviado y hasta desvirtuado.
No renegamos de las redes sociales. Por el contrario, es justo admitir que Diario Río Uruguay no se hubiera convertido en lo que es, sin la multiplicación del mensaje que permiten estas herramientas.
Pero en tiempos de tanta basura publicada, de rumores infundados y de posverdad interesada, es necesario desempolvar el compromiso de esta profesión con la rigurosidad, la responsabilidad y la veracidad. Tres ejes que tienen un valor mayúsculo en la niebla de la desinformación.
Concluyendo, todo lo dicho es para que no quedara en el olvido que se cumplieron una docena de años desde la primera noticia publicada en el portal de Diario Río Uruguay. Nos toca celebrarlo en una época de distancia física, pero no menos afectiva, por eso, desde acá enviamos un caluroso abrazo a todo aquel que, por pequeño que haya sido su aporte, hizo posible este despropósito.