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El texto, titulado “Empresariado local: especie en peligro de extinción”, apunta fundamentalmente a establecer una mirada crítica ante la situación económica por la pandemia, la que -entre otras secuelas- ha provocado el cierre del histórico hotel Salto Grande, pero también plantea apreciaciones genéricas sobre la situación local.
TEXTO COMPLETO:

Empresariado local: especie en peligro de extinción

Sin dudas la pandemia que azota al mundo va dejando (y dejará) no sólo muchas vidas humanas sino también la vida de muchas empresas. Concordia no sólo no es ajena a ello: la

La pandemia del Covid-19, el Gran Confinamiento -como la ha llamado el Fondo Monetario Internacional- va a provocar la mayor caída del PIB mundial (un - 3% este año) desde la Gran Depresión que arrancó en 1929. Pero los daños económicos de esta crisis sanitaria, aun siendo bastante generalizados, no tendrán la misma intensidad en todos los países ni en todas las ciudades.

En el caso particular de nuestra ciudad, ya hemos pasado por varias “pandemias” en las últimas décadas que han ido socavando el entramado productivo de la que otrora fuera la ciudad más pujante de la Mesopotamia.

De más quizá este referirse, nuevamente, a la gran cantidad de empresas que han quedado en el camino en los últimos 40 años ya que las crónicas sobre las mismas llenan miles de páginas de distintas publicaciones. Empresas que hicieron fuerte, muy fuerte a esta ciudad y que con su desaparición han ido trastocando la realidad transformando perjudicialmente al entramado social.

Esa ciudad, disminuida enormemente en su productividad, carente de políticas de industrialización o desarrollo sustentable de pymes y micropymes, asiste imperturbable desde hace varios meses a la destrucción de innumerable cantidad de fuentes de trabajo, a la desaparición de empresas DE CONCORDIA y DE CONCORDIENSES, personas comprometidas con el pasado, presente y futuro de nuestra ciudad.

El caso quizás más paradigmático es el del Hotel Salto Grande: una empresa local, familiar, con dueños de Concordia, con prestigio nacional e internacional, una trayectoria intachable a lo largo de más de cinco décadas de trabajo ininterrumpido, con trabajadores de profesionalismo superlativo y que ha apostado al desarrollo turístico de la región. Una empresa sólida, que cierra dejando decenas de familias en la calle ante la inacción de un Estado que no sólo ha provocado la debacle sino que ha sido incapaz a lo largo de nueve meses, de salvaguardar a las empresas y las fuentes de trabajo.

Al Hotel Salto Grande, como a muchas otras empresas, no lo cerró la pandemia ni el COVID-19: lo cerró la incapacidad de la dirigencia política argentina.

El Centro de Comercio, Industria y Servicios de Concordia viene denunciando esta situación desde hace mucho tiempo, así como gestionando diversas medidas para detener esta sangría que parece no tener fin.

Hace muy pocos días, y tras una encuesta realizada entre socios de la entidad, hacíamos notar el altísimo riesgo de cierres y consiguiente pérdida de fuentes de trabajo. Esto no lo detienen restricciones o prohibiciones a la hora de despedir personal: cuando una empresa cierra, no hay fuente de trabajo que se sostenga. No se puede tapar el sol con una mano.

El caso del Hotel Salto Grande se suma al cierre de otros hoteles de la ciudad éstos últimos meses. Una ciudad hermosa, con inmejorables posibilidades de desarrollo turístico. Una ciudad que, si bien pretende ser turística desde lo discursivo, carece de un plan rector de desarrollo turístico a largo plazo y que hoy, al contrario de nuestras ciudades vecinas, se queda sin sus principales plazas hoteleras.

Quizás el Hotel Salto Grande encuentre muy pronto nuevos dueños (debiera ser así, dado que es una empresa largamente exitosa), dueños que quizá también no hayan sido perjudicados por la pandemia como la familia Massut y sus empleados o que sean parte de algún misterioso y anónimo "grupo inversor" de esos que siempre salen extrañamente bien parados ante cada crisis y que, con la pandemia, están logrando quedarse con las pocas joyas que aún sobreviven en la ciudad.

Lo que es seguro es el grave peligro de extinción de una especie que hizo grande, muy grande a la Concordia del pasado y de la cual cada vez quedan menos especímenes: el empresariado privado local.