El proyecto tuvo impulso a partir del convenio firmado hace dos meses por el presidente municipal de Concordia, Gustavo Bordet, y el ministro de Trabajo de la Nación, Carlos Tomada. Lo que busca es la instalación de espacios de contención para los hijos de 0 a 5 años, de los trabajadores de las cosechas.

Tras el encuentro de este miércoles, se confirmó que el primero funcionará en el Centro Integrador Comunitario Néstor Kirchner, ubicado en el predio del ex polideportivo Víctor Oppel, en el barrio Sarmiento.

Como primera medida, los profesionales realizarán un taller para conocer la demanda de las familias, las situaciones  y aspectos culturales específicos. De esta manera “de algún modo, evitar caer en “culpabilizar” las decisiones familiares sin antes conocer en profundidad las distintas realidades”, detallaron.

Para el secretario de Producción y Trabajo local, Néstor Loggio, “erradicar el trabajo infantil es un desafío de todos, del Estado, de los Sindicatos y de los empleadores, que no deben emplear niños en la recolección de frutos”.

En este sentido, el funcionario observó “a veces se dice que como el arándano es una fruta liviana lo puede hacer un niño. De ninguna manera, los niños deben estar en la escuela, deben crecer, educarse, jugar, los niños no deben generar riqueza. Ese es el desafío que hemos tomado como gobierno local”, sentenció.

El primer jardín de cosecha contará con los recursos humanos a cargo del gobierno provincial y el aporte del gobierno local en materia de recursos administrativos y gestiones ante la Nación, que también aporta profesionales.

Si bien aún no se han podido establecer los tiempos concretos de trabajo, el proyecto avanza rápido con la expectativa de poder inaugurar al menos uno en lo que resta de este 2014.

 

Objetivos

 

El objetivo último de esta propuesta es erradicar definitivamente el trabajo infantil en las cosechas de citrus y arándano. Por eso, se conformó la Comisión para la Erradicación del trabajo Infantil  Mesa Local, compuesta por representantes de todas las áreas responsables.

Durante la reunión se aclaró que “no se ha visto que menores de 0 a 5 trabajen, sino que juegan o acompañan a sus familiares en los campos para no quedarse solos en sus casas, ya que no tienen quien los cuide desde la mañana hasta  el horario de finalización de la cosecha”.

En ese sentido, remarcaron que el trabajo infantil se ve en la franja que abarca desde los 12 y hasta los 16 y 17 años. “Si no comienzan a trabajar a partir de los 12, se quedan en sus casas cuidando a sus hermanos para que sus padres puedan trabajar más horas”, especificaron.

A esta problemática se le suma otras tales como tareas domésticas que no les corresponden, y debido a esto no tienen tiempo de estudiar, “al estar cansados tampoco rinden en el ciclo escolar, entonces a mitad de año abandonan  y no terminan la escolaridad como corresponde.  Es por este motivo que se insertan en el ámbito laboral a corta edad junto a su familia”, remarcaron.

Según registros del 2013, “se detectó un total de 120 niños menores  trabajando en el citrus, pero en más cantidades en cosechas de arándano”, informaron.

En la reunión interdisciplinaria en la que se conformó la Comisión Mesa Local, participaron el secretario de Producción y Trabajo de la Municipalidad, Néstor Loggio; el director de Producción Jorge Sequeira; el secretario de Salud, Mario Imaz; el Director de Minoridad y Familia, Arnaldo Rosso; la secretaria de Desarrollo Social, Gloria Warner; el director de Vivienda, Luis maría Dávila; por la UADER, Sergio Reggi; por el RENATEA, Carlos Conti; por GECAL. Entre Ríos, Fernando Gerard; por el M.T.E yS.S. Delegación Concordia, Guillermo Satalía Mendez; por el Ministerio de Trabajo Entre Ríos Delegación Concordia,  Horacio Jacinto

Guattini  y Dr. Guillermo Peñalvert; por la ONG Una Locura Solidaria, Walter Perez; por el COPNAF, Fernando Rougier y Carlos Andrés Velazquez; por el Ministerio de Trabajo Entre Ríos, Mónica Muñoz; y por el Ministerio de Trabajo de la Nación, Anahí Aizpuro del Observatorio Infantil, Julieta Csikos del CONAETI; y Marcela Croveto, UBA Unicef.