Enumeró que la autopsia de la víctima y los informes periciales confirmaron que Aguirre -al momento de atropellar a Iara- maneja su Chevrolet Meriva “a una velocidad mínima de 113 km/h”. Por eso el cuerpo de la adolescente “fue llevado en el auto (sobre el capo y parabrisas) por unos 50 metros”, para luego ser despedido por la zona del techo “y por la inercia siguió otros 28 metros”.
Fue allí donde formuló críticas al ingeniero Miguel Pérez, testigo de la Defensa Técnica, que aseveró que la velocidad del auto no superaba los 60 km/h., lo que valió incluso que el abogado querellante Guillermo Peñalver corriera vista, por presunto falso testimonio.
“Teniendo en cuenta los daños en el auto, a esa velocidad (60 km/h) tendría que haber chocado contra una pared”, graficó la fiscal, citando la comparación realizada por un oficial de la policía de Entre Ríos.
Testimonios y pruebas
Rivoria también destacó los numerosos testimonios que señalaron la velocidad a la que circulaba Aguirre, como los relatos de los amigos de Iara, que vieren como la menor “desapareció” de la vista con el paso raudo de la Chevrolet Meriva.
A ello anexo el testimonio clave del chofer del colectivo que presta servicio para la Delegación Argentina de la CTM Salto Grande, que circulaba en dirección contraria al auto de Aguirre y que vio a la menor cuando intentaba cruzar de un lado a otro la avenida Monseñor Rosch y “le llamó la atención la velocidad a que venía” el imputado.
Amén de dedicar varios minutos a detallar el elevado grado de alcohol en sangre que tenía Aguirre, la parte acusatoria reprochó su “comportamiento posterior”, ya su primera reacción -según al menos tres testigos- hizo un llamado telefónico para decir “mate una pendeja”, pero para pedir una ambulancia o intentar socorrer a la adolescente. A lo que calificó como una “cuestionable actitud del imputado”, el cual tampoco en las audiencias “nunca se mostró arrepentido de lo ocurrido”.
Por último recriminó la estrategia de los abogados defensores por intentar aprovechar el testimonio del médico psiquiatra Julio Curotto, “y querer achacarle a la víctima la responsabilidad de lo sucedido”, ya que era “absurdo plantear la hipótesis de un intento de suicidio”.
La querella adhirió
Por su parte, el abogado Guillermo Peñalver, que representa a la parte querellante (en este caso la madre de Iara Ragone) adhirió “plenamente al pedido de pena” de 5 años de prisión efectiva y la inhabilitación para conducir por 10 años. Para seguidamente traer a colación que el imputado Juan José Aguirre ya había participado de un grave accidente de tránsito, paradójicamente en la misma avenida Monseñor Rosch, a corta distancia del lugar donde mató a Iara Ragone.
En aquel otro choque ocurrido el 17 de mayo 2008, el imputado circulaba a bordo de un Ford Escort que chocó contra una combi cargada de pasajero. Admitió que si bien en aquel caso -al acusado- no le cabría la plena responsabilidad del accidente, las pericias también dejaron asentado que “circulaba alcoholizado y a excesiva velocidad. Elementos similares a la causa en la que estamos hoy en día”, remarcó Peñalver.