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En diálogo con Diario Río Uruguay , la joven contó su experiencia y mencionó que “todo esto empezó cuando yo era muy chica, cuando quedaba a cuidado de mi tío”, al que identificó como Fernando Ferrer.

“Después de tantos años de proceso interno, de haber madurado, de aprender que el silencio no era la única opción, me animé a hablar" comenzó detallando Natalia. "En primer lugar con mi esposa, porque ella siempre estuvo apoyándome” y luego de ello con el resto de los integrantes de su familia.
Antecedente
Siempre según su testimonio, “el año pasado hubo una situación en una reunión familiar, donde se comentó que mi tío estaba haciendo grooming a unas chicas”. En ese momento, “me animé a contarlo, porque me pareció que era ese tipo de posibilidad donde decís es ahora o nunca", destacó Natalia.

Luego de 20 años, contó que “para mí sorpresa, tuve el apoyo de mi familia y me ayudaron para que pueda verlo con un profesional, por lo que empecé un tratamiento psicológico”.

Vale citar que desde el Ministerio Público Fiscal confirmaron a este medio que desde principios de este año, el denunciado por Natalia ya tiene en curso otra acusación por una denuncia de groomin, la cual aún no tiene una resolución y atraviesa su etapa preliminar de pruebas.
Denuncia
Siguiendo con su relato, Natalia contó que durante los primeros días de junio del corriente año, “luego de una sesión con la psicóloga”, pudo formalizar una denuncia judicial en los tribunales de calle Mitre, con el convencimiento de que “merezco justicia”.

Con respecto al demandado, valoró que “por suerte, hace tiempo que no veo a mi tío y menos después de la denuncia”, puntualizó la joven. Subrayando que ahora “la fiscal puso una medida cautelar, para que él no se acerque ni pueda contactarse conmigo”.

En ese sentido, explicó que los resortes institucionales funcionaron. “Cuando fui a hacer la denuncia, me atendió la fiscal (Evelina Espinoza) que justo se estaba yendo porque terminaba su turno, pero volvió para atenderme". Remarcando que "sólo tengo palabras de agradecimiento”, comentó.
Culpa
Por último, la denunciante reflexionó acerca del proceso y citó que “cuando una es tan chica, en plena construcción de su subjetividad, no se sabe que hay otra opción a estar callada”. Reconociendo que pesa mucho "el qué van a decir, el qué van a pensar", prejuicios que "redundaron en años de culpa y de vergüenza” de lo que no es nada fácil salir, aseveró. Destacando que el apoyo externo es fundamental para “empezar a ponerlo en palabras, que es parte fundamental de un proceso interno”.