Por aquellos años de plomo, incluso en fechas anteriores al golpe, Servín ya sufría persecución, vigilancia y amenazas por parte de la Triple A, organización paramilitar que miraba con malos ojos el trabajo social que el religioso -desde entonces- realizaba en la zona sur de la ciudad.

A 38 años del comienzo de la etapa más negra de la historia argentina, el padre Andrés insiste con las deudas que aún tiene esta democracia argentina, pero arranca su alocución aclarando que “siempre prefiero 100 años de democracia renga y con mucha imperfección, a un solo día de la dictadura militar”: Para agregar que “siempre me opuse a declararlo feriado. Por que no tenía sentido, porque se iba a trasformar en un día más de turismo y cualquiera lo puede constatar, sin que haya pasado mucho tiempo”.

 

La memoria y su trampa

 

Para el sacerdote se trata de una fecha “para recordar, pero no para quedar solo atrapados en la memoria, porque ese es otro riesgo”, ya que ese estanco “nos puede llevar a bastardear lo que significa y significó para nuestro país”.

Según Servín, “la memoria tiene que ser un trampolín que nos de un impulso para un salto más adelante, no puede ser una trampa. No puede ser que vivamos trasladando a las generaciones que vienen nuestro sufrimiento”. Por el contrario, se deben enaltecer “aquellas cosas que quisiéramos que no se pierdan, como jugarse por un ideal sin interés”.

Aclara que está y estará “contra cualquier método violento”, pero añora ver “gente jugada sin violencia, bregando por el pobre, dando tiempo, dando trabajo. Es decir, esa solidaridad y esa conciencia de soñar en un país mejor. No quiero que se pierda lo que tenía tanta gente inocente que ha desaparecido y que tampoco había elegido un método de enfrentamiento violento”, pero que para la dictadura militar eran tan peligrosos como un guerrillero armado.

 

La continuidad del Nunca Más

 

“En esa época la violencia no tenía limites y se daba contra todo aquel que pensaba distinto y de una manera horrorosa. Recordar eso nos tiene que llevar a pensar en valores democráticos como el de escucharnos, el valor de terminar con la inequidad y no terminamos de aceptarlo”.

Allí remarcó que “el Nunca Más no ha terminado, tenemos que repetirlo todos los días: frente al que no tiene trabajo , al que no tiene una vivienda digna, al que comete un hecho de corrupción, al que abusa de otro, debemos decirle Nunca Más al atropello de la dignidad humana”.

Servín insiste en la necesidad de recuperar esos ideales y mantenerlos “con fuerza, con sacrificio, con perseverancia, con tolerancia y a veces luchando con el desanimo”.

Allí reiteró que fechas como la de este lunes son para “rescatar todo lo que hubo de positivo y de coherente en muchos jóvenes y otras personas”, lanzando que “recordar lo que otros hicieron no nos da ningún título, somos notros los que debemos responder hoy y mañana”.

Por último, insistió en que “cuando veo estadísticas reales sobre la pobreza me amargo, pero aunque soy viejo, siempre pienso que puede haber un país mejor”.