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En su absoluta mayoría son jóvenes que tienen menos de 25 años. Las tareas que realizan, en el marco de cada operativo, van desde la recepción de quienes van a vacunarse, el control de las planillas, la inoculación propiamente dicha y despedir a las personas recordándoles cuales son las precauciones a tener en cuenta.

Diario Río Uruguay dialogó con cuatro integrantes de ese grupo llamado “voluntarios”, engranajes fundamentales en los operativos que, fundamentalmente, se desarrollan desde principios de año en las instalaciones del Centro de Convenciones de Concordia.

En este caso son estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional y de la carrera de Enfermería de la UADER, pero durante varias jornadas también hicieron su aporte desinteresado integrantes de la Cruz Roja Concordia y Soldados del Regimiento 6 de Concordia.
Vacunar tanta gente
Noelia Melo tiene 25 años y se recibió “hace poco tiempo” en la carrera de Enfermería que se dicta en la sede Concordia de la UADER (Universidad Autónoma de Entre Ríos). “Cuando los profesores pidieron voluntarios enseguida acepté, me anoté y al otro día ya vine a ser voluntaria”, reconociendo que no sospecha tener una práctica tan intensiva a poco de egresar. “Uno no espera vacunar a tanta gente”, reconoció a Diario Río Uruguay.
Noelia destaca que “lo más gratificante de esto es la gente, por el agradecimiento que tienen con nosotros y cómo se emocionan al recibir la vacuna”. Sobre todo, las personas mayores, “que por ahí es más sentimental y eso también nos emociona a nosotros”, aunque destacó “que los jóvenes, a su manera, también se alegran” al ser vacunados.

Son todas esas devoluciones por las que participa cada vez que la concovan. “Aunque sea voluntario yo vengo, no es que voy a estar dudando por eso. Vengo porque a mí me gusta esto y es para lo que estudié”, concluyó.
Aprendizaje intensivo
Gretel Hengel, de 23 años, también es voluntaria de la UADER, aunque en su caso está en el último tramo de la carrera, “rindiendo las últimas materias para poder recibirme en Enfermería”.
Al igual que muchos de sus compañeros, se enteró “por la Facultad que estaban convocando a diferentes alumnos de segundo o tercer año para hacer voluntariados”, por lo que desde hace cuatro meses se sumó a los operativos.
Si bien no dudó en que supo aprovechar “una oportunidad única” para poner en práctica la teoría aprendida, también admite que arrancó con los miedos naturales a “llevar el contagio a mi casa o a pinchar a un montón de gente por primera vez”, pero esas dudas rápidamente quedaron en el camino, “porque aprendimos un montón con las vacunadoras que tenemos acá”.

Gretel destaca que “lo más gratificante de este trabajo creo que es la experiencia que vamos adquiriendo”, pero fundamentalmente “el agradecimiento de la gente, ya sea en los más jóvenes o en la gente mayor”.

Incluso trasladó sus emociones a lo estrictamente personal, admitiendo que “me emociona cuando viene mi familia y veo que se vacunan, es un sentimiento que vos decís bueno por un lado ya estamos un poco más protegidos, pero siempre cuidándonos”, aclara.
Recepción y control
El trabajo de los voluntarios no es solo el de la vacunación propiamente dicha. El operativo también tiene una elogiada recepción de la que participan varios jóvenes estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional.

Una de esas voluntarias es Araceli Ramírez, quien detalla a Diario Río Uruguay que su tarea puede ser la de “registrar a la gente” cuando ya está en interior del Centro de Concepciones, “pero también he trabajado en la entrada, en donde se corrobora si tienen turno o no”.
Coincide en que la mayor satisfacción de este trabajo “es la alegría cuando viene gente que estaba esperando la vacuna”, sobre todo entre las personas mayores, aunque rescató que “a la gente más joven también se la ve feliz, porque dentro de poco podremos volver a algo más normal”.

Araceli contó que “el voluntariado surgió en la Facultad (de la UTN Concordia), donde Fernando Barboza (actual Jefe de Gabinete Municipal y asesor de la Secretaría de Asuntos Estudiantiles de esa universidad) fue el que nos lo propuso”.

Reconoció que como en ese momento estaban en vacaciones “dijimos que sí, porque era venir y ayudar cuando no cursábamos nada”, pero el compromiso continuó “cuando empezamos a cursar y tuvimos que seguir viniendo”. Remarcando que en ese espacio se encontró “mucha gente buena, por lo que siempre te da ganas de venir”.
Desde el comienzo
Otra estudiante de la UTN que hace su aporte es María Eugenia Borgos, de 20 años de edad. “Soy voluntaria desde que empezó la vacunación”, remarca. En su caso señala que se trata de “una experiencia muy linda desde el comienzo y lo sigue siendo”.

En lo que respecto a las tareas desarrolladas, Eugenia recordó que “al principio nos tocaba llamar a las personas para darles el turno” y que esa comunicación generaba “una emoción terrible, porque para todos era muy especial”.
La voluntaria admite que desde los primeros operativos pasó mucho tiempo, pero a una velocidad que sorprende. “El paso de las personas mayores a los chicos de nuestra edad fue un cambio muy rápido”, subraya. “No nos esperábamos que bajara tan rápidamente a nuestra edad”, admitió.

En ese repaso recuerda que al principio “la gente venia con algo de miedo y con muchas preguntas” y que en lo personal “yo no le tenía miedo al contagio”, sino que al contrario, “porque al principio fueron muchas personas mayores y existía el miedo de poder contagiarlos a ellos”.

Para finalizar, dijo que el combustible para seguir colaborando es “el estar con tus compañeros, de charlar con la gente, de verla venir y retirarse feliz”, todo eso es lo que “todos los días te hace sentir ganas de venir”.