Agrandar imagen Toda una institución de la noche de antaño en Concordia: el "Patón".
Toda una institución de la noche de antaño en Concordia: el "Patón".
Su documento lo identifica como Miguel Luis Masetti, aunque varias generaciones lo conocen por su alias de “Patón”, por haber sido uno de los “patovicas” que estuvo parado en la puerta de ingreso de varios boliches bailables que los quedaron en la memoria popular de Concordia.

En una cálida charla con Diario Río Uruguay, rememoró sus orígenes -durante los tardíos 80´- en lo que fue la “segunda reinauguración de Hostal del Río”., donde recayó laboralmente “por una cuestión de falta de trabajo, fue por eso que me rebusque como guardavida y personal de Seguridad”, aclaró; ya que “el término patovica se usaba más en Buenos Aires que acá”.

El “Patón” explicó que su práctica de judo facilitó la elección por parte de los propietarios de los locales bailables, dado que “conocía algunos métodos para inmovilizar”. En efecto, “hay muchas maneras o habilidades para frenar el accionar violento de una persona", pero en lo personal siempre prefirió "más conversar que pegar”, agregó.
De boliche en boliche
De Hostal del Río, el “Patón” pasó al mítico boliche bailable de calle Urdinarrain conocido como “Garage”; pasando por un “corto tiempo” en otro legendario reducto nocturno como “Ezequiel”.

Consultado acerca de a qué tipo de problema se debió enfrentar más recurrentemente en esa época, no dudó y comentó que era “el novio que había perdido con la novia, pero no que aceptaba eso y para él seguía siendo suya”.
Por tal situación – sumado al agravante del alcohol y la noche – “había reacciones malas, propias del machismo”, aseveró.
Multitud
Durante la charla, un fenómeno de aquellos años motivó una valoración cuali y cuantitativa del “Patón”: las reaperturas de invierno que hacía anualmente la disco “Garage”.

“Me acuerdo que en una de las últimas, por esa puerta pasaron 2 mil personas cuando el boliche tenía una capacidad de 500 almas”. Cifra que se podía llegar a estirar “hasta 700”, en ciertas noches especiales.
Amistades y recuerdos
Aún en la actualidad, la gente habitué de las discos lo sigue señalando y recordando. “En esa época hice muchas amistades”, recordó. Subrayando que por eso, “hacía un doble papel: el de Seguridad y el de cuidar a los hijos de esos amigos, que estaban en el baile”.

De todas maneras, y hablando de lo que quedó impregnado en la memoria, Masetti admite no haber podido ni querido olvidar aquel Hostal del Río de antaño. “Teníamos un buen grupo, éramos un buen equipo”, rememoró.

En ese derrotero de nombres propios, compañeros y rostros, se puede incluir a los de la “barra, vestuario o incluso a los policías”. Todavía en la actualidad, “nos encontramos y recordamos viejas anécdotas”, contó.
Diferencias
A su entender, con el avance de los años, “se ha perdido el respeto y lamentablemente uno lo ve en todo lo cotidiano”. Para el “Patón” - en aquellos años de actividad, cuando lidiaba con situaciones de todo tipo - “aún los jóvenes tenían el respeto que los padres le habían inculcado sobre los mayores”.

Sin embargo, reconoció que ese respeto “a lo mejor te lo imponían a fuerza de chancleta, cinto o incluso alguna cachetada”.
Derecho de admisión
El motivo para no dejar entrar a alguien a las instalaciones, solamente, “era porque se había portado mal”, puntualizó. Admitiendo que “entre los dueños siempre hubo una pretensión de tener un cierto nivel de gente”, aunque fue tajante en ese sentido: “para mí eso no existe y somos todos iguales”.

Para los revoltosos de siempre o reincidentes – y cuando la situación se salía de control porque existían “peleas medio grandes”- el correctivo o sanción no formal era la prohibición de entrar “por una o dos semanas”.

“Yo me acordaba de cada uno, siempre tuve una buena memoria visual”, dijo el “Patón”. Aclarando que “en esa época no había sello ni contraseña, directamente era el ojo nomás y saber el grupo a que pertenecía cada uno”.
Noches difíciles
Consultado acerca de algún episodio conflictivo, durante aquellos años, detalló que en – al menos – dos oportunidades “tiraron bombas de humo, dentro de las instalaciones”.

Se debió evacuar rápidamente a los concurrentes “y después que pasó – cuando se supo qué había sido – se siguió con el baile”, recordó jocosamente.

En otra oportunidad, en una fiesta brindada por las empresas de turismo, “una sola persona complicó muy feo la noche”. Ni “dos policías pudieron detener al hombre y fue allí que les dije que lo dejaran a mi cargo y pude inmovilizarlo sin golpearlo”.
Finalmente, la policía provincial se hizo cargo “y lo llevó al hospital”, no sin dejar amenazas a “algunos compañeros”, indicó el “Patón”.
This is the end
Por último, Masetti contó que el fin de sus días como “patovica” lo marcó el “conseguir un laburo estable”. Lo que hizo que su decisión se incline por “no tener más problemas”, máxime luego de aceptar que en una etapa de su vida “la noche me agotó”.
“Uno al trabajo lo hacía con ganas y hasta se divertía en algún momento, pero es muy cansador”, remató.