Al respecto, la Tec. en Gestión Gastronómica María Soledad Kerling, encargada de llevar adelante este proyecto, explicó a Diario Río Uruguay que todo surgió a raíz de su participación en “un grupo de Facebook que se llama ‘Mujeres emprendedoras de Concordia’, en el que con el tema de la pandemia, detecto que había cada vez más mujeres que se quedaban sin su ingreso formal de dinero en cuanto a lo laboral y se largaban a hacer tortas fritas, bolitas, pancitos”, entre otras cosas.

Debido a esto “yo me empecé a comunicar con algunas de ellas para brindarles mi ayuda desde la gastronomía, para que puedan mejorar sus productos” dado que son mujeres “sin formación profesional gastronómica, que lo estaban haciendo como una entrada de dinero ya que se habían quedado sin su trabajo formal”, reconoció Soledad.

Luego surgiría la posibilidad de aprobar un proyecto desde la acción de extensión de la Facultad de Ciencias de la Alimentación, por lo que Soledad decidió “proponer este proyecto que nuclearía a estas mujeres emprendedoras en emergencia”. La idea fue aprobada con el objetivo de “ayudarlas a mejorar el producto, su calidad, la presentación, además de acercarles otro tipo de conocimientos, ayudarlas a hace pan, pan dulce, budines, tortas galesas, bizcochuelos para rellenas, tortas para eventos, pasta frolas, tortas frutales, entre un sinfín más de todo lo que es pastelería básica”, explicó.

Una vez que el proyecto se dio a conocer, se lanzó una convocatoria en el mismo grupo en donde se descubrió la necesidad y, en cuestión de 24 horas, “tuvimos casi 60 anotadas, a quienes tuvimos que entrevistar una por una para explicarles de qué trataría el curso: manipulación de alimentos, mejorar la calidad de la inocuidad, costos, dado que por ahí no saben sacar el precio de sus productos, algo de marketing y ayudarlas con las aplicaciones para que puedan armar flyers que llamen la atención con las fotos de sus creaciones”, puntualizó Soledad.

“Después de las entrevistas se realizó un sorteo, porque el cupo en un principio era para 15 personas y, en la actualidad, con las chicas nos manejamos por un grupo de WhatsApp, tenemos clases virtuales y la facultad nos proporciona los laboratorios de cocina en donde tenemos algunas clases presenciales”, mencionó y destacó que “gracias al proyecto pudimos comprar gorras y delantales para las chicas y, para finalizar el taller, también se les va a brindar utensilios de cocina para ayudarlas e incentivarlas”.

Por otro lado, Soledad contó que a esto “no lo estoy haciendo sola”, sino que “formé un grupo en el que me ayudan alumnos de la misma tecnicatura, egresadas y estudiantes de ingeniería en alimentos” ad honorem, con quienes “damos las clases una vez por semana”.

Por último, la entrevistada mencionó que la experiencia “tuvo muy buena respuesta y las chicas están muy motivadas, por lo que cumplen con las tareas que tienen que elaborar, por lo que estamos felices de poder ayudar a estas mujeres emprendedoras que estaban necesitando una mano”. Además, reconoció que “la idea es seguir con esto y repetirlo con el correr de los meses” para poder alcanzar así, aún más emprendedoras.