La anciana tiene cobertura del Estado ya que cobraría una pensión y es beneficiaria de la obra social PAMI, pero en lo que respecta a su vida en general, tiene un cuadro de salud desmejorado por el que suele perderse en la vía pública y “después tiene que ser trasladada por la policía hasta la pensión”, de acuerdo a lo que han narrado los propietarios del alojamiento.
Siempre de acuerdo a los datos que pudieron recabar los funcionarios de Derechos Humanos, Hilda Osengar es protagonista de una vieja disputa familiar generada por la venta de una propiedad en el año 1968, lo que llevó a que la familia se disgregue y desaparezca toda relación entre sus integrantes.
La mujer (de religión judía como sus familiares) actualmente tiene una hija viviendo en Israel, pero no mantiene comunicación ni siquiera telefónica con ella.
Asimismo tiene en Buenos Aires una nuera casada con uno de sus hijos que falleció, pero con la cual tampoco habría contacto.
Vale remarcar que hasta hace un tiempo el único que respondía económica y familiarmente es uno de sus sobrinos, un empresario conocido de Concordia quien aclaró que “ya muchas veces se hizo cargo de la situación”.
El cuadro familiar se completaría con un hermano de esta mujer -también adulto mayor- quien vive en calle Liniers de Concordia, pero que directamente no tiene ningún tipo de relación con su hermana.
Desde la delegación Concordia de la Subsecretaría de Derechos Humanos se evalúa recurrir esta semana a la Justicia, para que ese poder determine a quien le corresponde hacerse cargo de la situación, ya que al tener -la mujer- asistencia desde el Estado tampoco se lo podría encuadrar como un simple abandono de persona.