20 años han pasado desde el estallido social sucedido en nuestro país. 20 años pasaron desde que el neoliberalismo, doctrina de la miseria planificada, mostrara su verdadero rostro: la violencia.

Violencia económica, política y social. Violencia que siempre se recae sobre los débiles, los desprotegidos y vulnerables.
Una paradoja del destino hizo que quien vaticinara el triste final fuera Aldo Rico: “El modelo no cierra sin represión”.

20 años pasaron desde que la Argentina transitó su momento más trágico en la democracia recuperada.
El punto cúlmine no fue el Corralito que expropió los ahorros de la clase media; ni la renuncia del entonces presidente De la Rúa o la mitad de la población argentina empobrecida por las políticas aplicadas por el ministro de Economía y ex presidente del BCRA durante la dictadura, Domingo Cavallo, pero elaboradas en las oficinas de Washington.

La cúspide de la violencia neoliberal en Argentina la encarnaron las 39 personas asesinadas por efectivos de la Policía Federal, comandadas desde oficinas de Casa Rosada.

Nuestra provincia no estuvo al margen: Eloísa Paniagua de 13 años, Romina Iturain de 15 y José Daniel Rodríguez de 25 años fueron las víctimas de una represión sistematizada y organizada.

Solamente el cabo Silvio Martínez, quien asesinó a Eloísa de un disparo en la nuca, fue condenado por el hecho. Sin embargo salió de la cárcel en 2009 bajo la pena de “libertad condicional”. Tres muertes y sólo un condenado.

39 muertes en sólo dos días. 39 muertes organizadas desde las oficinas del Estado. Por eso, a 20 años desde el estallido social más violento y desgarrador que jamás vivió nuestro país, hoy más que nunca: Memoria, Verdad y Justicia. Neoliberalismo nunca más.