El escándalo de Lago Escondido dejó expuesto que la relación entre el sistema judicial y los poderes fácticos de la Argentina supera la obscenidad que vislumbrábamos y llega a niveles pornográficos.

El viaje de integrantes del Poder Judicial Federal a la estancia de Joe Lewis, entre los cuales se destacan los jueces Julián Ercolini; Pablo Yadarola; Pablo Cayssials y Carlos Mahiques, además del Fiscal General de la ciudad de Buenos Aires, Juan Bautista Mahiques (hijo de Carlos), y el ministro de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, demuestra que todo lo que se ha dicho de la convivencia entre el poder político opositor, el judicial y el mediático es poco. Con simplemente recordar que el encuentro fue pagado por Clarín y que la primera línea del Grupo recibió a los viajeros en la Patagonia es más que suficiente.

La exhibición impúdica de que estas relaciones son carnales y hasta incestuosas, provoca que cualquier persona de bien sienta náuseas. Además, la jactancia y la impunidad con la que manejan un sistema, en el cual no confían 9 de cada 10 argentinos, posibilitará que no haya consecuencias materiales.

El apellido Mahiques es, además, un ejemplo de que la corruptela en la Justicia es transversal a todo el espacio opositor.

Carlos Mahiques dejó su cargo en la Justicia porteña para ser ministro de María Eugenia Vidal. Pero luego retomó su despacho por unos días para poder saltar de la Justicia ordinaria a la Federal, a golpe de decreto de Mauricio Macri, dejando de lado el principio constitucional de que los magistrados deben ser nombrados luego de concursar en el Consejo de la Magistratura.

Su hijo Juan Bautista fue funcionario del Ministerio de Justicia durante la administración de Macri y representante del Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura, cargo que utilizó para amedrentar jueces y fiscales del fuero Federal que no respondían a las directivas del Poder Ejecutivo de utilizar los Tribunales como arma de persecución a los dirigentes políticos del campo popular.

Cuando se produjo la debacle del macrismo, Juan Bautista Mahíques fue rescatado por Horacio Rodríguez Larreta, quien lo nombró Fiscal General de la Ciudad de Buenos Aires.

Detrás de todas estas maniobras está la figura del monje negro que controla resortes en el Poder Judicial y en el submundo del juego: Daniel Angelici, corrido tras bambalinas después de su fracaso como dirigente deportivo en el club Boca Juniors.

Los Mahiques son el hilo conductor entre Vidal – Macri y Rodríguez Larreta, padrino político de Rogelio Frigerio (este último también beneficiado por Ercolini). No hay matices reales entre ellos ni tampoco existen “palomas” y “halcones” en la oposición: sólo caranchos que se alimentan de la descomposición a la que empujan a la Argentina.

Este bajofondo de la institucionalidad, que sacude las estructuras democráticas creando permanentemente climas de inestabilidad, debe ser limpiado por el pueblo soberano.

Una reforma que transparente procedimientos; que ponga el servicio de la Justicia de cara al ciudadano y lo saque del arbitrio de intereses oscuros, se logra con más y mejor democracia. Es hora de sacudir y revisar todo el sistema tribunalicio.

Es imposible de explicar cómo es que la Argentina y muchas provincias copiaron el sistema acusatorio norteamericano pero dejaron afuera lo más relevante: la elección por voto popular de fiscales y de ciertos magistrados.