La decisión de la Corte Suprema de burlar una ley debatida y aprobada en el Congreso de la Nación para sustraer recursos que se invierten en la provincias para concentrarlos en la ciudad de Buenos Aires es un acto político que admite una sola lectura: el poder concentrado jugará a pleno todas sus fichas para que Horacio Rodríguez Larreta llegue a la presidencia de la Nación.

Tal quiebre institucional que pone a la democracia al borde del abismo, fue motorizado por una Corte anómala en su composición, ya que dos de sus integrantes llegaron a ese lugar con un vicio de origen insalvable: aceptaron ser nombrados en comisión por decreto del ex presidente Mauricio Macri, bajo el rótulo de empleados del Estado nacional.

Responder a los sectores concentrados de la economía y conservadores de la política es lo único en lo que pueden ponerse de acuerdo, porque hasta las designaciones de autoridades del Alto Tribunal se han convertido en mexicaneadas donde, entre tahúres, se arrebatan unos a otros el botín.

Es esta misma Corte que resucitó una ley derogada para favorecer a criminales, asesinos y ladrones de la última dictadura con el 2x1 que una movilización popular frenó. El Tribunal que debería ser el último escalón para defender la democracia en el sistema republicano se ha transformado en un engendro extra poder que asume facultades legislativas y administrativas que la Constitución reserva para el Congreso y el Poder Ejecutivo.

El presidente Alberto Fernández acompañado por un grupo de valientes gobernadores, entre los cuales está Gustavo Bordet, ha tomado la decisión de decir basta a estos atropellos.

La determinación puso en alerta al principal beneficiado por esta maniobra espuria: el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, que pretende utilizar esos recursos extra que se detraen de obras en las provincias para financiar su campaña electoral.

Así como el FMI reconoció sin tapujos que financió con 50 mil millones de dólares la aventura reeleccionista de Mauricio Macri, hoy nos encontramos con que la Corte le quita fondos a los argentinos y argentinas para sostener una interna de la oposición y para pavimentar las ambicione de Rodríguez Larreta de llegar a la Presidencia.

Ante tal afrenta, aturde el silencio de Rogelio Frigerio, el principal referente opositor en Entre Ríos ¿No tiene nada que decir ahora que la provincia se quedará sin obras nacionales porque los fondos nacionales se redireccionan hacia Buenos Aires? ¿Es tal la sumisión al jefe de Gobierno porteño que ni siquiera puede hacer un gesto de autonomía y poner los intereses de Entre Ríos por encima de los caprichos personales? ¿Es esta situación un ejemplo de lo que pasará si llega a la Gobernación, una posición genuflexa hacia los intereses porteños?