Nada es suficiente para los defensores del aborto clandestino. Nada puede conformar a un corazón que ha sido cooptado por el odio.

¿Cómo se defiende la vida desde la violencia? ¿Cómo se paran ante la vida desde el rencor?

Los antiderechos, los que marchan “a favor de la vida”, son los que en las últimas horas cooptaron las redes sociales con agresiones irreproducibles hacia la supuesta madre de un bebé que fue encontrado muerto en un contenedor de residuos. Un bebé muerto en un contenedor de residuos es el hecho más espantoso que se pueda saber.

Sin embargo, es la noticia que algunos están esperando. La están esperando para desatar su furia, su verborragia contenida. Si hasta pareciera que les encanta la idea de apedrear. ¿Lo harían si de verdad pudieran?

Ellos son el odio, la agresión, el rencor.

Pero mientras ellos volcaron durante horas su violencia en redes sociales, nosotras estábamos en la plaza exigiendo que el aborto sea legal, seguro y gratuito. Nunca una metáfora tan clara de nuestra sociedad.

Nosotras somos el amor, el cuidado, la contención. No hay ampliación de derechos sin amor, sin querer al otro, a la otra.

Los antiderechos avanzan, avanzan en el mundo de la mano de las corporaciones religiosas de derecha, que, a la vista ha quedado hoy, han sido exitosas en su estrategia de instalar el miedo, el odio y el rencor por sobre lo que supo ser la Iglesia en otros tiempos: una fuente de amor hacia los demás.

Lejos quedaron aquellas premisas de quienes profesaban la religión en tiempos de ayuda humanitaria. Hoy, los antiderechos, de la mano de este sector que ha sabido opacar el valiosísimo trabajo de los militantes de la fe, han logrado contaminar toda esa trayectoria que tan necesaria fue y seguirá siendo para los más desposeídos, para los que más sufren, aquellos que necesitan de una fe sana para seguir creyendo, seguir creyendo que algún día todo mejorará.

Me duele esta ciudad tan necia, pero nada se construye desde el dolor. Me duele este país tan avasallado. Pero nada surge desde el rencor. El paisaje verde es un aire fresco que se respira entre el cielo que ya no es celeste, es un cielo oscuro, negro, que se llenó de niebla densa. Pero que poco a poco iremos disipando, a fuerza de amor, pañuelos verdes y proyectos de ley. -