Una directora artística, una productora general, una productora ejecutiva, una secretaria de Cultura, una ministra, una vicegobernadora electa, una periodista, muchas cineastas y tantas otras más que estos días habitamos Paraná porque ayer empezó en esta ciudad el Festival Internacional de Cine de Entre Ríos (FICER), por segundo año consecutivo.  

Un festival de cine es, antes que cualquier otra cosa, una experiencia cultural que, una vez vivida, se convierte casi en vicio. El cine es ese momento que lo transforma todo, porque lo que se ve, empieza a existir.  Y si no lo mostramos, no lo vemos.

Por años, la negación del rol de la mujer en la sociedad estuvo a cargo de la lengua, una lengua castellana que todo lo nombra con el genérico masculino. Y como lo que no se nombra, no existe, durante años nos acostumbramos a escuchar hablar de directores de cine, de productores, de actores y muy poco de actrices. Durante mucho tiempo, en la historia del cine y la televisión, la presencia femenina estuvo reservada para la mujer objeto, la mujer icónica, la mujer canónica.

Pero algo estamos cambiando, también, en la historia del cine argentino. Algo está cambiando, también, en la historia de cómo mostramos y vemos el cine y la televisión. Ejemplo de esto son las recientes series en prime timeque cuestionan el concepto de maternidad hegemónica y que, al mismo tiempo, ponen en la agenda pública la ley de identidad de género y la diversidad sexual.

En esta segunda edición del FICER fui convocada para integrar el jurado que evaluará la competencia de cortometrajes. En este camino, que el sábado concluye con la premiación, me encontré con una selección de producciones audiovisuales que, en su mayoría, reflejan cómo las demandas sociales encuentran, y fuerte, un eco en la pantalla grande.

Aunque no todas se refieran de manera directa a la cuestión de género, en los cortos seleccionados se puede leer una mirada comprometida del cine entrerriano con la perspectiva de género, con las necesidades de una comunicación inclusiva, y con las problemáticas sociales que afectan las diversas realidades de nuestra provincia, algunas tan crueles que duelen más de lo esperado.

La inédita movilización que durante 2018 caminó las calles del país exigiendo el aborto legal cambió la historia de las luchas. Hace algunos días, se estrenó en el país el documental Que Sea Ley, de Juan Solanas, aplaudido y premiado en Cannes y en San Sebastián. El  mundo mira lo que le mostramos.  

Profeta en su tierra, el FICER promete haber llegado para quedarse y acompañar, en nuestro lugar, donde nuestras vidas suceden, las demandas de una sociedad que busca en su cultura el refugio de un mundo a veces demasiado complejo como para entenderlo solos y solas.-