El miércoles preferiado amaneció con una buena noticia para quienes defendemos la libertad de expresión –en serio- y militamos la opinión como herramienta constructiva.

El máximo órgano de justicia de la provincia de Entre Ríos falló a favor del periodista Claudio Gastaldi en su denuncia contra Guillermo Schmid, un ciudadano que amparado en una página de Facebook posteó mentiras y falsas denuncias contra Gastaldi, su familia y sus compañeros de trabajo.

El Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos, para grata sorpresa al fin, revirtió con este fallo fechado el 12 de abril las dos instancias previas de la Justicia local que habían sido adversas para Gastaldi.

El nuevo fallo es ejemplar por su argumentación pero también por la contundencia que le da a las pruebas presentadas por el periodista. Es la primera vez que en la provincia habrá, a partir de ahora, un precedente que pondrá – esperemos – un freno a los odiadores seriales de redes sociales. Un freno que vendrá de lo judicial porque ya no lo tienen desde la moral.

El derrotero de Gastaldi no fue fácil y sin embargo, necesario. Viví en carne propia las consecuencias que las injurias y agresiones vertidas por Schmid generaron en su persona y en su familia. También en nuestro ambiente de trabajo. Por entonces, compartía micrófono con Claudio al aire de Radio Ciudadana haciendo el programa Vení Que Te Cuento, todos los días, de 8 a 12. La escalada agresora de Schmid llegó hasta nosotros, empleados de la radio municipal.

En sus mentiras, Schmid durante varios posteos en 2017 acusó a Gastaldi – que también era por entonces el director de la radio – de robarse el dinero público que la Municipalidad destinaba para mantener la radio, y a nosotros, los trabajadores, de cobrar cifras exorbitantes que nada se condecían con los sueldos municipales de ese momento, que efectivamente cobrábamos.

Recuerdo vívidamente aquellos días aciagos en los que cada día había un nuevo posteo. Y la remada que teníamos que dar para que nos afectara en nuestro espíritu. Un posteo de Schmid injuriando: cientos de comentarios asintiendo. Pruebas, ninguna. Y este mecanismo que señalo se instaló, durante mucho tiempo, en las conductas de muchos y muchas que solo visitan la virtualidad para destilar un odio que acumulan en la vida real.

Una cosa es pensar distinto, otra bien diferente es odiar al adversario político. A Claudio se lo odió por militar sus ideas y representar algunos aspectos de un proyecto político nacional y popular. Los aspectos, quizás, que más molestan a los adversarios políticos.

Este fallo del STJER viene a dejar bien en claro esa diferencia: no es lo mismo la libertad de expresión y la opinión, que decir cualquier cosa sin fundamento en los comentarios en Internet. El comportamiento en la virtualidad tiene ahora una consecuencia concreta en el mundo “real”. Las consecuencias son ahora también físicas.

Este logro le costó sudor y lágrimas a Gastaldi. Pero nos deja una lección de comportamiento cívico y compromiso ciudadano que es algo que muchos y muchas todavía están buscando en el diccionario qué quiere decir.

Publicado en el sitio del programa "Tarea Fina"