
Al respecto, Diario Río Uruguay dialogó con Juan Ferla, uno de los voluntarios que impulsaron este comedor y quien detalló que "se acercaba gente del barrio San Agustín, de Villa Busti, de Carretera de la Cruz, de Gruta de Lourdes, entre otros lugares”.
Su historia
La consigna que motorizó la iniciativa fue que estas personas “al menos un día de la semana", tuvieran una comida decente y por eso “les hacíamos una muy buena comida", la cual "primeramente le dábamos de comer acá y después se nos hizo imposible, así que empezamos a darles para que lleven para su casa y tengan comida para el domingo”.Ferla remarca que para esta tarea “no recibimos ningún beneficio, ninguna ayuda de ninguna organización y no estamos con ningún partido político”. Todo lo que se logró “lo hicimos por voluntad, desde nuestro bolsillo”, siendo la única ayuda que recibían unos “$1400 pesos que nos brindaban unos chicos de PAMI para colaborar, pero sólo a la semana teníamos $500 de pan”.
Cierre
Consultado sobre el motivo del cierre de este comedor, el entrevistado explicó que el pasado viernes 6 de marzo “nos encontramos con que el padre José Luis Bogado (a cargo de la parroquia) nos llamó para decirnos que había cambiado el tema y ahora no íbamos a seguir recibiendo gente ahí", lamentándose Ferla porque por la inmediatez del aviso "no nos dio tiempo ni siquiera de avisarle a la gente”.
Según las palabras que brindó este colaborador a Diario Río Uruguay, “esto ocurrió así porque (debido al comedor de los sábado) iba gente humilde y desprolija a la iglesia y dentro de toda esa gente que venía, hay chicos que son alcohólicos, drogadictos, un grupo de 10 personas que no podíamos echar porque también son hijos de Dios y no los podemos desatender por estas cuestiones”.
Abonando esta hipótesis, Ferla entiende que "el párroco lo hizo así para que la iglesia no se vea sucia de alguna manera, porque es mejor recibir gente bien vestida y agradable que estar con los pobres", reprochando esta acción porque "todos somos hijos de Dios, no solamente la gente que tiene para comer” reflexionó Juan. Insistiendo en que en el caso de la gente que concurría al comedor de los sábados “es gente que necesita este alimento, no es una necesidad material como la vestimenta o algo más”.
Por último, contó que durante una reciente misa, “el padre (Bogado) manifestó que las cosas habían cambiado en el comedor y que la gente que estaba a cargo (por los colaboradores) no aceptaron las nuevas normas”, pero Ferla reprochó que “ni siquiera tuvo la delicadeza de avisarnos con más tiempo para que pudiéramos organizarnos y que no quedaran 263 personas sin su plato de comida”.
Vale subrayar que más allá de la palabra de uno de los voluntarios que cumplía tarea en al comedir, desde la redacción de Diario Río Uruguay se buscó consultar al mencionado sacerdote José Luis Bogado, pero desde la Secretaría de la parroquia Inmaculada Concepción se respondió que el religioso se había tomado unos días de descanso en su tarea y que regresaría recién el miércoles.