Al darle la bienvenida a la visitante de honor, Bordet señaló que “esta visita refuerza los lazos de amistad que tenemos con la República hermana de Cuba, con la que venimos trabajando desde el principio de nuestra gestión, y lo hicimos con un fructífero trabajo sobre una problemática que abarca lo social, a través de dos programas fundamentales que es para alfabetización y por el que ya alfabetizamos a más de dos mil concordienses en busca de lograr el cien por ciento de la ciudad. Y el otro es Operación Milagro, que devolvió la visión a más de 150 ciudadanos”.
No es la primera vez que la hija del Che visita la Argentina pero sí que llega hasta la capital del citrus. “La visita de Aleida, más allá de lo protocolar, nos impulsa a reforzar nuestro trabajo que todo lo que hemos logrado hasta ahora se transforme definitivamente en políticas públicas y puedan continuar a través de las próximas gestiones municipales”, agregó el intendente de Concordia.
Por su parte, Aleida Guevara se mostró agradecida por el recibimiento que tuvo en Concordia, ante concejales, funcionarios, ciudadanos que se acercaron a saludarla, y trabajadores de los medios de comunicación y la cultura de la ciudad, y aseguró que su experiencia por Latinoamérica “es muy linda porque estoy rodeada de jóvenes que captaron lo mejor de mi país y lo traen de vuelta al suyo”, en alusión a los médicos y estudiantes que la acompañan en las misiones de alfabetización y operación de cataratas, entre otros programas sociales que desarrolla en los distintos barrios que visita.
Respecto al trabajo de alfabetización exitoso que se lleva adelante en la ciudad, la médica pediatra y alergista dijo que “es importante la alfabetización, porque es el primer paso hacia la libertad, pero debemos lograr que toda la educación sea gratuita para todo el pueblo”.
La vida junto al Che
Inevitablemente, la hija del Che se refirió también a su vida junto a su padre, al contar anécdotas familiares sobre cómo vivió personalmente la época de la Revolución cubana y la clandestinidad con la que debió vivir el Che previo a su muerte en Bolivia.
“Recuerdo una vez, cuando mi padre regresó de incógnito a Cuba y quiso ver a su familia. Nos reunimos pero a los hijos nos dijeron que era un amigo de mi papá, porque si sabíamos que era él, desde nuestra inocencia lo delataríamos sin dudas. Pero yo creo que en el fondo yo supe que era él, porque reconocía sus gustos y le dije a mi mamá, luego de que él me acariciara tiernamente, `creo que este hombre está enamorado de mí´”.