
Hablar de las grabaciones de La Fusa implica bucear en la más rica historia de la música latinoamericana. Aparecen ecos de Vinicius de Moraes, perfumes de noches eternas y una bohemia que ha quedado guardada para siempre en alguna botella flotando en el mar. Sólo un puñado puede -de cuando en vez- quitarle la tapa a aquello y dejar que ese aire contenido fluya genuinamente. Toquinho es uno de ellos. Tiene la fórmula. Y antes de llegar a Concordia el 31 de marzo -junto a la cantante Camilla Faustino- anticipa un poco de todo ello en esta conversación desde su casa en Brasil.
¿Cómo recuerda aquellas interacciones con Vinicius de Moraes?
La Fusa nos formó como músicos, como personas. Fueron los 70 donde nació el disco, una linda nostalgia. La música ha cambiado a través de los años y la brasilera siempre está ahí, presente. La época de Vinicius es irrepetible y atesoro valiosos recuerdos, aprendimos de él y luego seguimos nuestros caminos.
La Fusa tiene ya 50 años, mucho tiempo. Y yo conservo las mismas ganas de subir a un escenario. Hay una frase que dice: Un hombre sin sueños, es un hombre muerto. Tiene que haber ganas de vivir.
¿Era Usted consciente de que estaba formando parte de una página importantísima para la música brasileña, latinoamericana y universal?
Sabemos el camino que fuimos haciendo, fueron años maravillosos, los recuerdos de los conciertos en Buenos Aires y en Punta del Este. Increíble que ese disco, imperfecto pero tan verdadero y humano, haya generado tanto, incluso se consigue en países como Japón o Alemania. No teníamos idea en ese momento, fuimos a un estudio y lo grabamos.
Hoy, la internet nos mantiene presentes, incluso nos permite llegar a nuevas generaciones. La música brasileña se internacionalizó, algo que no existía años atrás. Brasil es un país enorme, donde íbamos de estado en estado, eso hoy cambió.
¿Con qué otros músicos interactuaban en aquel entonces?
Con Chico Buarque, Baden Powell, por citar algunos de ellos. Grandes influencias para mí, además de amigos desde la adolescencia. Tom Jobim es otra influencia que uno no puede dejar de mencionar.
El tango, con Piazzola como estandarte, creo que marcó un antes y un después en la música argentina, no tengo dudas. La música tiene alas, trasciende fronteras, continentes…
La interacción se daba naturalmente. Nuestra música, la brasileña, está formada por elementos europeos, africanos e indígenas, y naturalmente, absorbe los ritmos de otros pueblos.
¿Cómo es abordar aquel repertorio luego de tanta agua corrida bajo el puente?
Tiene que ver con los recuerdos, con esos tiempos. No soy de armar un set list antes de cada show, el público transforma cada noche y la hace diferente. Trato de llevar el contenido de acuerdo a eso.
En la época de La Fusa, Vinicius siempre tenía apoyo, además de su cuarteto, estaba María Creuza, María Bethania… estaba yo… del mismo modo, ahora sumo a Camilla Faustino; ella tiene una musicalidad inusual, pocas veces vista, incluso en cantantes consagradas. Logramos una muy buena interacción musical y personal.
¿Qué devolución ha tenido por parte del público a partir de su interacción con el artista español C.Tangana? ¿Cómo se originó ese featuring?
Una linda experiencia, con un resultado maravilloso. Sé el disco funcionó muy bien, y la convocatoria fue de modo natural, junto con otros artistas que participaron del mismo trabajo.
Sin spoilear demasiado... ¿Qué nos puede adelantar de su show en el Teatro Gran Odeón de Concordia?
Será un show intimista, recordando mi trayectoria. Intento hacer lo que el público pide, me dejo llevar por las sensaciones, no impongo. No tengo planilla con las canciones, sigo a los que están en la platea. Valoro que salgan de sus casas y vayan a verme, es un esfuerzo eso y entonces quiero que salgan satisfechos luego de ver el show. Soy flexible, hago lo que el público quiere ver de mí. Prometo una noche con los clásicos, un repertorio con los que ellos quieren escuchar. ¡Espero a toda Concordia la noche del 31 de marzo!.