
“Esta vez, la mítica Selva de Montiel nos tenía deparada una inolvidable sorpresa”, detallaron. En efecto, entre “los agrestes algarrobos, guaraninás y caranday, apareció un diminuto habitante de esos agrestes bosques”.
Según se informó, “raro, escurridizo y muy difícil de identificar, surgió ante nuestros ojos un fiofío silbón (Elaenia albiceps)”. Fue algo que no pasó “desapercibido para nuestros experimentados observadores y para los lentes de las cámaras”, remataron.