El sitio Infobae destacó la historia de Marco, un entrerriano de 22 años que se encontraba en Capital Federal al momento de la entrevista. Es hijo de abogados y es, además, hermano de un sacerdote de la Iglesia Católica.

La cónica remarca que la suya no es la clásica historia del pibe que se mata en el gimnasio para hacer un rito de adoración alrededor de su cuerpo, sino que Marco fue tres veces campeón panamericano de artes marciales con la Selección Argentina.

“Lo que es hoy” es, precisamente, el carozo de esta historia: la historia de un joven que dejó el estudio jurídico en el que iba pisando las huellas familiares y se convirtió en creador de sus propios contenidos sexuales virtuales.

Desde hace poco más de un año produce y protagoniza sus videos porno y es codiciado en Only Fans, la única red social que permite subir contenidos sexuales explícitos y generar ganancias en dólares.

¿Por qué codiciado? “Porque hago porno con chicas, con varones y con chicas y varones en simultáneo. O sea, hago porno bisexual, los eternos olvidados”, cuenta a Infobae mientras acaricia al gato, que se le ovilló en el pubis. Después empieza a contar detalles su vida: ¿cómo empezó? ¿cómo se lo contó a su familia? ¿y a su hija? ¿cuánto puede ganar un mes malo? ¿y uno bueno? ¿y si se arrepiente?
El camino del campeón
Fue tres veces campeón panamericano de artes marciales con la Selección Argentina
A los 7 años, cuando la mayoría de los niños y niñas están en segundo grado, Marco arrancó “el camino del campeón”. Era un crack en Taekwondo ITF, por lo que empezó a competir y a los 12 se consagró campeón argentino por primera vez, un pasaje directo a la Selección Argentina.
“Estuve cinco años en la Selección y competí en tres Panamericanos. En el 2014 en Paraguay, en el 2016 en Argentina, y en el 2018 en Brasil. Y salí campeón panamericano en las tres oportunidades: sí, triple medalla de oro”.

Como su idea nunca fue hacer “o una cosa o la otra” sino más bien la “doble vida”, Marco empezó a estudiar Derecho en la Universidad de Concepción del Uruguay, en Entre Ríos, mientras era deportista de alto rendimiento. El año pasado, sin embargo, “el camino del campeón” se interrumpió: una triple ruptura de los ligamentos de la rodilla derecha lo dejó afuera de las pistas.

La lesión no lo zamarreó en el desconcierto, porque a los 17 años Marco había abierto una tercera puerta: el modelaje. ¿Quería ser modelo, entonces? No. Pero eso de posar terminó siendo el lazarillo que lo condujo hacia el primer desnudo total y, después, al porno.

A los 17 años empezó con el modelaje
“Yo realmente no me veía siendo modelo. Más allá de que las cosas cambiaron bastante, yo era un pibe muy tímido”, cuenta él, que sabe que es difícil imaginarlo tímido, más si ya pusiste su nombre de guerra en las redes (Marco Maxxx) y viste alguno de sus videos.

Fue una amiga quien le insistió para que se hiciera un portfolio, el famoso “book”, y fue ella quien lo mandó a una agencia de modas. A la semana siguiente lo llamaron para hacer una publicidad en cuero y en jeans y después otra de verano clásica, en una pileta en calzoncillos. La cuestión es que las fotos explotaron de likes en Instagram y Gualeguaychú se revolucionó:

“Ahí me empecé a dar cuenta del poder que tenía mi imagen”, dice, y marca una cruz en el mapa de lo que iba a venir.

Lo que siguió en la cronología fue una propuesta para hacer un desnudo total: una sesión de fotos artísticas que se iban a exponer en una famosa galería porteña. Marco aceptó, pero como se suponía que algún día iba a ser abogado (y en una ciudad de menos de 100.000 habitantes), el fotógrafo le ofreció taparle la cara, eliminar su nombre, volver su cuerpo irreconocible.

“Y yo le contesté: ‘No, ya está, éste soy yo’. Poné mi foto, mi cara, mi nombre, y si querés poné mi teléfono”.

Durante el fin de semana que siguió a la muestra recibió una segunda ola de ofertas laborales: “40, 50 propuestas para hacer publicidades”, enumera. Pero cuando creía estar surfeando cómodo en la cresta de la ola, bum: pandemia, y el mundo mutó a virtual. Terapia, gimnasia, reuniones, cumpleaños pasaron del vivo al zoom.

Las cartas estaban sobre la mesa, la ventaja era evidente: cuando el sexo también mutó a virtual, Marco ya tenía más de 1.000 fotos porno hechas.

Otra amiga que conocía Only Fans -donde la enorme mayoría son mujeres, las llamadas “trabajadoras sexuales virtuales”- le dijo las palabras mágicas: “Marco, ¿por qué no te hacés un Only? Subís tus fotos y lo dejás trabajar solo, a la gente va a gustar”.

Marco no sabía nada del tema pero igual lo hizo. “El aislamiento empezó el 20 de marzo, el 29 yo había subido 100 fotos. Puse la suscripción mínima: cinco dólares”, sigue él. “No fue muy estratégico, tendría que haberlas subido de a poco, pero no sabía usar la plataforma”, analiza él, que ahora, apenas un año y mes después, lidera un equipo formado por otras siete personas.
“Me olvidé que las había subido y al mes mi amiga me pregunta: ‘Che, ¿y cómo te fue con Only?’. Cuando entro tenía un montón de fans, se había generado un montón de plata así, quieto”. Era 2021, Marco estaba en cuarto año de Derecho, y tenía 80.000 pesos para cobrar.

“Para mí fue categórico. Lo que había generado en ese mes simplemente habiendo subido las fotos sin trabajar, sin publicidad, sin estrategia y sin saber lo que era, era más de lo que yo estaba ganando por mes trabajando todos los días de 7 de la mañana a 4 de la tarde en el estudio jurídico y dando clases de artes marciales al mismo tiempo”.

Esos 80.000 de hace un año son, en sus números de hoy, monedas, porque en este momento Marco está dentro del 1.1% de los que mejor ganan en Only Fans en todo el mundo.
Papá, mamá, les tengo que contar algo
El piso ya existía: había suscriptores que pagaban, mes a mes, 5 dólares para ver los videos y las fotos que él iba subiendo. Esos suscriptores son hoy unos 1.700, lo que significa que le entran unos 8.500 dólares fijos por mes. La suscripción es barata comparada con otros perfiles, y hay una lógica ahí, en el viejo truco del “Damas Gratis”: una vez adentro, quieren más.

“Sobre ese piso tenés que aumentar un 50, un 100, un 200% de lo que generás dentro de la plataforma con fotos, videos personalizados o un vivo”, explica. Marco -que es bisexual y le gusta tanto explorar en los confines de las sexualidades que jura que hasta lo haría gratis- empezó a hacer estos videos a pedido.

Por ejemplo, alguien le encargaba un video en el que tuviera sexo con un varón y una chica a la vez pero que ambos actores secundarios fueran pasivos. O alguien con algún fetiche con las tijeras le pedía que, desnudo, dijera a cámara: “Me voy a cortar todo el pelo”.

Consciente de que no era muy difícil que alguno de esos videos saliera de las redes, saltara de teléfono en teléfono y llegara a los de sus padres, Marco decidió anticiparse y hablar con su familia.

“Para mí unos de los valores fundamentales es el poder ser sincero. Además, yo creo que la sexualidad ya debería ser tomada de una manera más natural. Entonces lo que dije es ‘¿qué hago con esto?’. Porque es re fuerte, sobre todo para quienes me quieren. Y dije ‘lo que tengo que hacer es decirlo’. Entonces agarré y senté a mi hermano, mi hermano es sacerdote de la Iglesia Católica”, cuenta, y se ríe con picardía.

“Le dije ‘mirá Freddy, voy a empezar a hacer porno’. Y él me contestó: ‘Es lo único que te falta’”, casi sin sorpresa. Marco sonríe amorosamente cuando habla de él: “Es hermoso”, dice después. “Tenemos diferencias inzanjeables que nos definen y muchas veces nos oponen, pero yo respeto profundamente su fe, sus creencias y su manera de vivir la vida, y él también la mía”, explica.

Distinto fue contarla a sus padres “porque a ver, si mi hermano es sacerdote imaginate cómo es el resto de mi familia. Mi viejo hace Derecho Penal, mi vieja hace Derecho de familia, los dos son abogados. Y sí, a los dos les pareció muy fuerte, les pareció tremendo”.

Frente a su papá, Marco puso en primer plano la cuestión económica: “Le dije ‘mirá papá, estoy haciendo esto y me está generando estas ganancias. Hago una proyección con esto, si me armo un buen equipo…’. A mí me gustan mucho las finanzas y me di cuenta de la proyección que tenía”.

¿A qué se refería? “Un mes malo, por ejemplo febrero, que me fui de vacaciones y prácticamente no le di pelota, puedo ganar entre 10.000 y 12.000 dólares. Un mes bueno 20 o más, 25.000 dólares”, dice Marco, se ríe del silencio que se genera en la entrevista y acaricia al gato.

¿Qué dijo su papá? “No le gustó porque bueno, creo que también en esa generación importa mucho lo que las demás personas piensen”. Frente a su mamá Marco no pronunció la palabra “porno” y habló “desde el plano emocional”.

“Claro, porque más allá del rendimiento económico es algo que yo disfruto, me encanta. A ella le dije que iba a empezar a vender contenido erótico por Internet. Y no, no le agradó para nada la idea. Ella tenía más que nada miedo por mi seguridad”.

Marco también habló con su hija, que va a la primaria, después de que a la mamá de la nena le llegara un video y le preguntara: “¿Qué estás haciendo? ¿qué van a decir sus compañeritos?”.

“Senté a mi hija y se lo dije, obviamente con palabras traducidas a su edad pero con un mensaje de fondo: ‘Mirá, papá está orgulloso de lo que hace y no tiene miedo de lo que las personas piensen. Este es el mensaje que te quiero dar: vos tenés que hacer lo que vos quieras, frente al mundo y a pesar del mundo’”.
Porno bisexual y a la carta
“Vos no vas a poder generar en Only Fans lo mismo que una mujer”. Ese fue uno de los primeros comentarios que Marco escuchó. “Yo le contesté a esa persona ‘no, estoy seguro de que no: puedo generar más que una mujer”.

¿Cómo? “Es que mi contenido rompe mucho con la norma. No es un contenido que sea netamente hétero y tampoco es un contenido netamente gay. Yo hago porno hétero, hago porno gay y hago porno bisexual también”.

Y es acá donde traza una línea gruesa entre la industria del porno mainstream -comandada por grandes productoras internacionales-, y el porno “auto gestionado” como el que hace él, sin jefes y con otras historias para contar.

“El porno industrial te muestra el contenido totalmente patriarcal, donde el hombre cosifica a la mujer, o el contenido gay, prácticamente de plástico. La gente bisexual es la eterna olvidada en todo esto”, describe. “A ver: sí existe el porno bisexual cuando es un hombre y dos mujeres, esa es una fantasía totalmente aceptada. Pero no hay porno en el que un hombre esté por igual con una mujer y con un varón”.

Marco sabe que esto, puntualmente, le dio “una ventaja competitiva” en Only Fans. “Porque una chica solamente le puede vender a hombres heterosexuales, está estudiado que son los únicos que pagan, las mujeres no compran contenido erótico. De 100 personas que le compran videos a una chica, 99 son hombres”.

La ecuación es simple: “Yo hago videos en los que tengo sexo con una o varias mujeres. Entonces, todas esas personas heterosexuales que le compran a las chicas también me compran a mi. También hago videos sólo con hombres, por lo que me compran un montón de personas gays. Y como tengo muchos contenidos con chicos y chicas al mismo tiempo, el colectivo bisexual lo agradece”.

Only Fans tiene 130 millones de usuarios en el mundo y 20 millones de “creadores” como Marco. “Muchísimos pero en este momento mi única competencia en Only Fans en el mundo bisexual son un español y un yanqui”.

Además de los 150 videos que se pueden ver pagando los 5 dólares de la suscripción, en su perfil hay otras 300 producciones -que cuestan entre 15 y 50 dólares- que se pueden desbloquear: videos mostrando los pies, y más personalizados todavía. “Un video de 10 minutos en el que tenga que incluir el nombre de la persona puede valer 100 dólares. Me piden unos 50 vídeos de estos por semana”.

Marco Maxxx está en siete redes, por eso necesitó armar un equipo: tres community managers que suben contenidos, responden mensajes y reciben pedidos, fotógrafo, editor de foto y video, entre otros.
“Es un trabajo full time, nada que genere estos réditos es fácil. Yo me tomo semanas enteras solo para grabar. Vamos viendo qué queremos: por ejemplo, hicimos un video porno en el Lollapalooza, uno en un McDonald ‘s. Otros más estrafalarios, en un helicóptero. Cuando queremos hacer algo más en formato peli nos buscamos un hotel, un Airbnb: tenemos que responder una estética, no se puede ver el jabón del baño de tu casa”.

Marco lo sabe: con tantos videos en las redes, el camino que eligió no tiene retorno. “Es un tatuaje, lo sé. Estoy siempre consciente de que la posibilidad de arrepentimiento existe”, dice. “Pero yo prefiero vivir una vida en la que llegue a viejo y, antes de morirme, esté contento de que me animé a hacer todo lo que quería. Prefiero arrepentirme que algún día pensar en mí mismo y decir ¿qué hubiese pasado si...?”.

Su plan es, desde el año que viene, dedicarse a hacer solamente contenido internacional y abrir nuevos nichos de mercado, a solas o en conjunto con otras figuras -varones y mujeres- del porno autogestivo mundial. Si todo sale como cree, también el año que viene posará con la toga y el birrete y recibirá, en su pueblo, su título de abogado.
Fuente: Infobae