Con 49 años, vive en el Barrio Fátima I, ha trabajado en la calle, de vendedora y como dueña de su propio kiosco.

Acerca de su proceso trans, Georgina recordó que inició “a los 14 años, que fue la peor parte de mi vida. Porque no tenés una familia que te apoye, no tenés ni mamá, ni papá, ni hermano; que, por ser puto, te dice que no. Treinta años atrás cada uno hacía su vida como podía, nadie te daba una mano, y más siendo homosexual”.

A lo largo de la charla, contó sobre sus experiencias laborales, sus iniciativas y emprendimientos, como su deseo de ser madre.

“Yo quería salir de la calle, porque la calle te arruina. Yo creo que la calle a nadie hace bien, ni a la mujer ni a la chica trans”.

Gerogina, narró que su pareja le dio dinero para comenzar su emprendimiento, y de esta manera comenzó a viajar a Brasil. “Viajaba acá de Concordia, me tomaba un micro y luego golpeaba las manos y vendía casa por casa en los barrios lo que compraba en Brasil”.

A través de ese trabajo constante fue progresando y luego de un tiempo abrió su propio kiosco en el barrio.

En un momento de su vida, Giorgina analizó que “tengo un techo, tengo una comodidad, una cama como la gente, me falta algo en mi vida. Me sentía vacía, quiero ser mamá” rememoró.
Sueños y Derechos Adquiridos
Este anhelo lo pudo cumplir en 2010. Además, tras dos años de luchas judiciales, de idas y vueltas, Georgina accedió a ser la primera persona trans, madre trans, en todo el país en tener una Asignación Universal por Hijo (AUH) para su hijo. “Yo fui a reclamar algo del nene, nada más, porque tampoco mío es, es de la criatura. Ocho años de calvario, y que traía, mi hijo en brazos”.

“Yo amo este lugar, porque acá esta mi esfuerzo y mi sacrificio. Mientras uno tenga vida, siempre va a seguir soñando”, finalizó.