El 19 de noviembre elegimos mucho más que un presidente. En dos semanas, argentinos y argentinas volveremos a las urnas y en el cuarto oscuro solo habrá dos opciones. Cada una representa un proyecto político, una forma de relacionarse con los demás en sociedad y modelos de país muy diferentes entre sí.

No nos equivoquemos.

Más allá de la cara que aparezca en la boleta, una de las alternativas que estará sobre la mesa será la de Mauricio Macri que buscará la reelección que no pudo obtener en 2019. Esta vez actúa a través de un candidato títere: Javier Milei, una persona violenta, destemplada y con la inmadurez suficiente para actuar como mascarón de proa de un proyecto excluyente.

Macri actuó en las sombras desde el comienzo. Esmeriló a la figura moderada de su espacio, Horacio Rodríguez Larreta, que buscaba un acuerdo social que reuniera al menos al 70% de los argentinos. Para eso usó a Patricia Bullrich y su “todo o nada”. Cuando finalizaron las PASO y Larreta quedó en el camino, aplicó la misma herramienta sobre la candidata ganadora. Día por medio enviaba señales hacia el candidato Milei. El resultado fue que Bullrich quedó tercera y su primera opción alcanzó el balotaje. En menos de 48 horas, y prosiguiendo su actuar en lo oscuro de la noche, humilló a Patricia Bullrich obligándola a levantar la mano de Milei y dinamitando Juntos por el Cambio. De inmediato, Macri se puso al frente de la campaña del candidato libertario, imponiendo la agenda y los plazos del círculo rojo.

Milei ni siquiera puede contener a sus legisladores. Su nivel de improvisación es tal que lo que negaba ayer lo afirma hoy. Quienes formaban parte de la casta que había que exterminar son ahora sus socios. Las medidas que anticipa son caóticas e ilógicas.

Por el otro lado, Sergio Massa se presenta como la alternativa confiable. Es un dirigente con experiencia y valentía que ha tenido la templanza suficiente para afrontar una situación de crisis terminal y de mantener el barco a flote. En su propuesta está el trabajo, la producción y el desarrollo armónico, sustentado por un gobierno de unidad nacional conformado por los mejores de cada sector. Por eso, el voto por Massa es también un voto por cada argentino y argentina, y por cada historia que hay en nuestro país.

Insisto: no nos engañemos. Es la solvencia frente al riesgo absoluto sin garantía. Es la paciencia frente a la intolerancia. Es Massa contra Macri. Y contra Milei.