Es decir, “estamos hablando de 10, 11 o 12 grados pero acá lo incorporamos erróneamente y hace 30 años lo llamábamos a que el vino esté en la cocina, cosa de tomarlo semi calentito”, agregó.
Lo correcto
Saliendo de la historia y yendo a los tips, Avio contó que “los blancos, los rosados y los espumantes se toman más fríos”. Subrayando que “en el caso del espumante o champagne se toma entre 4 y 6 grados”.En cambio, “en el universo de los tintos – en esta época del año en Concordia – si lo tenés a las 19 o 20 horas afuera, el vino está perfecto porque va a estar entre 14 y 15 grados”. Pero, “si estuviéramos en verano, obviamente que lo vas a tener que meter en la heladera”, aseveró.
La experiencia sensorial responde menos a snobismo que a “cuestiones netamente científicas”, dado que “un vino tinto a 26 grados de temperatura ambiente, vamos a sentir en nariz mucho alcohol”. Y cuando “esté pasando por la garganta, nos va a quemar, por más que sea un vino de 1.500 pesos”, detalló el sommelier.
Ahora, el mismo vino “si está en 15 o 16 grados, nos va a dar en nariz y en boca, los aromas típicos de esa variedad”, completó. Agregando que, por lo tanto, no debe verse mal el uso de hielo, tanto para que enfríe la copa usada, o incluso para dejarlo reposar junto al vino en un recipiente.
Descorche
Por último, Beto habló sobre los tiempos del descorche que tienen los vinos. “Si es joven, lo podés servir inmediatamente y no vas a tener variabilidad”, explicó. Ahora, “cuando es un vino que tiene una concentración más alta, con más cuerpo, o que estuvo guardado muchos años en barrica ahí sí te va a convenir destaparlo un rato antes”, puntualizó.Según recomendó, el tiempo aconsejado para que “respire es de 30 a 40 minutos”.
