Se trata de Macarena Quantin, quien en comunicación con Diario Río Uruguay expresó que “haber sido seleccionada para este programa representa un gran honor y un hermoso reconocimiento por tantos años de esfuerzo”. Al mismo tiempo, lo consideró como “un importante incentivo para seguir poniendo toda mi energía en esta profesión”.

Sobre la selección, contó que “fue realizada por un excelente director de orquesta francés, Jean-Francois Verdier, quien nos ofreció una masterclass pública el 30 de noviembre pasado, en la sala de conciertos de la Cité de la Musique, junto a la orquesta Victor Hugo Franche-Comté. En esta oportunidad, dirigí Sigfried-Idyll de Richard Wagner y dos canciones de Alma Mahler (Waldseligkeit y Bei dir ist es traut), acompañando a la mezzosoprano francesa Isabelle Druet”.
Sus comienzos
Frente a esto, la entrevistada se remontó hacia sus inicios en la música y los reconoció como “tardíos e intensos” ya que comenzó a incursionar en este arte alrededor de los 13 o 14 años. En un principio “comencé a tocar guitarra, batería, piano y poco tiempo más tarde decidí estudiar música”. Con el paso del tiempo, “gracias a mucha fuerza de voluntad y constancia, logré entrar a los 17 años en la carrera de composición de la UCA en Buenos Aires y, luego de dos años, cambié de orientación por dirección orquestal”.

Desde entonces, “recuerdo muchas tardes en el patio de mi casa en Concordia, debajo de un enorme sauce, sentada en una mesa estudiando por horas ejercicios de solfeo”. Al mismo tiempo, pero no de la misma manera, “recuerdo seguido mis viajes a Buenos Aires durante el último año de la escuela secundaria”, cuando “iba a tomar clases de piano casi todos los fines de semana y detestaba esos viajes en colectivo”.

Pero el recuerdo más significativo es “la primera vez que escuché una orquesta en vivo”, lo cual, según su relato, “fue en el teatro Odeón, era una orquesta juvenil de Rosario”, de la que luego del concierto “conseguí las grabaciones de todas las piezas del programa y las escuché muchísimas veces”, de modo que “todavía recuerdo exactamente el programa de ese concierto”.
La música y su llegada a Europa
Con este repentino reconocimiento, Macarena nos contó que pasó “como cualquier estudiante de música clásica que sueña con conocer los lugares en donde se gestó el arte al que le dedicamos nuestra vida”. Precisamente en su caso, “la oportunidad concreta de viajar a Europa me la dio el estudio del idioma alemán, ya que fui becada dos veces para realizar cursos en Freiburg, Alemania, donde actualmente resido”.

Reconoció que “ya durante mi primer viaje en el año 2010 contemplé la idea de mudarme a esta ciudad y luego de mi segunda estadía en 2013, estaba segura de que ésta era la decisión correcta”. Por eso, “al finalizar mis estudios de Dirección Orquestal en la UCA en Buenos Aires, me inscribí en un programa para venir a Alemania como niñera y luego de unos meses pude empezar mis estudios en la Universidad de Freiburg”.
Al finalizar un máster en Ciencias de la Música “comencé a trabajar en el departamento de ópera de la Universidad de Música de Freiburg, que es mi trabajo actual, y hace unos meses tomo clases de Dirección Orquestal con Theodor Guschlbauer en el conservatorio de Estrasburgo, Francia, donde hay un profesor de Dirección Orquestal argentino, Miguel Etchegoncelay, y otras/os dos alumnas/os argentinas/os: Gabriel Ferreras y Natalia Salinas”.
Ser mujer en la música clásica
Al ser uno de los temas más relevantes en el movimiento musical contemporáneo, Macarena se refirió a la igualdad de género en el ambiente y manifestó que “es muy importante luchas por la igualdad de oportunidades para todas las personas que quieran estudiar, aprender y trabajar. Lamentablemente, tanto en Europa como en Argentina sigue habiendo mucha discriminación de género o de origen (sea racial o de clase social)", por lo que considera que "los Estados deben garantizar la posibilidad de desarrollo intelectual a toda persona que por razones sociales, culturales o económicas se encuentre en desventaja”.
En cuanto al ambiente específico de la dirección orquestal, lo tomó como un “excelente ejemplo de un oficio que históricamente ha sido practicado, sin razón aparente, exclusivamente por hombres”. Pero “todas las cualidades indispensables de un director de orquesta – buen oído musical, excelente memoria, gracia corporal, sentido del ritmo, etc. – son totalmente independientes del género” remarcó.

Sin embargo, “la sociedad ha reservado por siglos este rol de coordinación y toma de decisiones a los hombres. Actualmente en Alemania hay 130 orquestas profesionales, de las cuales sólo tres tienen directoras mujeres. Desconozco los datos de otros países, pero creo que estas cifras en un país tan avanzado en otros campos habla por sí mismas”, subrayó a modo de comparación general.

En virtud de lo antes señalado, destacó que “desde mis comienzos en la dirección orquestal, estuve en contacto con excelentes mujeres directoras - como Lucía Zicos, profesora de Dirección Orquestal en la UCA - que me inspiraron e inspiran a seguir creyendo que la igualdad de género en esta profesión es posible y está cerca”.

Aportando por último que “las directoras de orquesta debemos ganar visibilidad para convertirnos en modelos a seguir para las futuras generaciones y espero que cada vez haya más iniciativas que ayuden a la igualdad de género en todos las profesiones”, concluyó.