La mayoría de las ciudades de ese litoral paraguayo, brasilero, argentino y uruguayo se tiñen de amarillo gracias a un árbol que, en el caso de Concordia, cuenta con ejemplares casi centenarias en diferentes calles y tradicionales paseos públicos.

Entre los casos de árboles más frondosos se pueden destacar los de avenida Eva Perón y calle Vélez Sarsfield. En ambas arterias se pueden ver ejemplares que pueden llegar al metro de diámetro en su base.
Pero la tradicional flor amarilla también les da su color a lugares como la avenida costanera y a más de una plaza de la Capital del Citrus, como el caso de los números ejemplares que forman el techo de la Plazoleta Primera Junta, en la esquina de la Facultad de Alimentos de la UNER.
Yvyrá-pytá es un nombre de origen guaraní y significa "palo colorado", porque, una vez cortada, su madera se oxida en contacto con el aire y adquiere ese color. Aunque en la región no es muy usado en carpintería en general, en otras zonas es muy utilizado incluso en construcciones rurales e hidráulicas, por su resistencia a la humedad y la intemperie. Mientras que las hojas, frutos y raíces se utilizan en medicina popular.
El vínculo con Artigas
El nombre de “árbol de Artígas” fue dado en la República Oriental del Uruguay, ya que durante su exilio en el Ibiray (Paraguay) el prócer oriental se protegía -bajo sus sombras- del sol que abrazaba la tierra colorada.

Fue por eso que, en el año 1915, el entonces ministro Baltasar Brum, mandó traer desde Paraguay uno brote del mismo árbol usado por Artígas, el que fue plantado en la localidad del noroeste uruguayo que lleve el nombre del Protector de los Pueblos Libres.
El retoño fue colocado primeramente en la plaza Batlle y Ordóñez, hasta que finalmente fue relocalizado en frente a la estación del ferrocarril -actual terminal de ómnibus- donde consiguió florecer.
Lo particular de esta historia es que de este ejemplar uruguayo salió otro brote, que en este caso -por iniciativa de la colectividad uruguaya- fue llevado hasta la ciudad de Buenos Aires para ser plantado en el barrio de Villa Ortúzar, más precisamente en la plaza 25 de Agosto.
Grandes gestos
En el año 1903, el Uruguay resolvió devolver los trofeos que se habían obtenido en la infame Guerra de la Triple Alianza, cuando alentados por Inglaterra, Argentina, Brasil, y Uruguay destruyeron el vecino país. Como gesto, Paraguay donó a los uruguayos el predio donde José Gervasio Artigas vivió, exiliado, los últimos años de su vida.

La respuesta de la República Oriental del Uruguay estuvo a la altura de las circunstancias históricas: en el año 1918 se resolvió construir una escuela pública -con fondos uruguayos- y el 24 de abril del año 1924 abrió sus puertas la escuela “Solar de Artigas”, que aún hoy continúa su tarea.